La luna de miel entre equipo, cuerpo técnico y afición, ha llegado a su fin el día de hoy, después de una enorme gloria deportiva, como el haber conquistado el sexto campeonato de liga, toca decir adiós... Adiós a un hombre trabajador, serio y con mucha responsabilidad, Robert Dante Siboldi con el orgullo intacto y fiel a sus ideales deja el banquillo de los guerreros.
Pero... ¿Qué fue lo que realmente sucedió para que tomara esta decisión? ; una pregunta que quizá no tendrá respuesta, pues existen diversos relatos sobre lo sucedido dentro de la institución.
Lo que si es una realidad, es el acto de indisciplina ocurrido entre un par de jugadores y el cuerpo técnico, hechos dónde sólo una cara de la moneda queda manchada y el capitán del barco ha decidido cortar todo de tajo, para no continuar navegando por extrañas aguas y evitar ser devorado por temibles tiburones.
Es de hombres cabales reconocer un error, por lo que ambas partes deberán fajarse los pantalones y plantar cara a su calentura, es de humanos reaccionar de manera agresiva ante diversas situaciones, pero... ¡Ojo esto no quiere decir que sea lo correcto!.
Espero no equivocarme pero todo los problemas tienen que ver con el "ego", jugadores que se sienten intocables, que exigen la titularidad cuando esa se gana en el día a día.
Hablando sobre Alcoba... Se puede entender su molestia por regresar a la banca, después de aventarse una maravillosa liguilla, pero hay que ser sinceros, desde que llegó a Santos él sabía que no sería titular, por el hecho de tener enfrente a unos pilares como Araujo e Izquierdoz, con la lesión de Néstor llegó la oportunidad de Gerardo, la cuál no desaprovechó y se rajó la madre por el equipo.
Pero debemos ser objetivos su edad, su fondo físico y sus condiciones van en descenso, por lo que es lógico que debe ganarse un puesto en el XI, algunas personas dirán que es injusto que lo manden al banquillo, es entendible la molestia, pero se debe pensar por el bien del equipo y se necesita alguien con más juventud en las piernas.
Regresando a la problemática central del escrito, se debe plantar un castigo ejemplar, con el que se demuestre que nadie está por encima de la institución, para evitar en un futuro situaciones de la misma índole.
¡Hay Alcoba! ¡Hay Santos! Espero y deseo que esta novela, no nos lleve a hundir el barco.
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